RISTORANTE SAN MARCO, Viña del Mar

 

Un mensaje de una de mis hermanas hace un par de días me llegó al corazón.  Dario Polli, el otro socio del emblemático San Marco de Viña del Mar, murió.  Eran dos, él y, Edoardo Melotti.  Ambos de sonrisa fácil, Edoardo era de abrazos apretados y Dario era un poco más tímido .

A comienzo de los 60´s, cuando mi Padre, se fue a vivir al edificio Florida, Avda. San Martin con 8 Norte. Soltero y estiloso, para la época.  Como no se cocinaba nada, quedó encantado con este plato exótico de los italianos del frente, “Machas a la Parmesana”, toda una novedad.  Las pedía siempre, y un garzón vestido impecable, con un paño en el brazo, cruzaba la calle con el plato, tapado con un cubre plato de plaqué para no perder calor, y llegaba a su puerta.

Un par de años más tarde,  se puso a pololear con mi Mamá, la llevó varias veces al San Marco, al poco tiempo se casaron.  Desarrolló una amistad con ambos dueños.  Seguía pidiendo mesa para dos.  A los pocos años ya habíamos nacido las tres niñitas, y el conchito vino a fines de los 70´s; por lo que ya la mesa, cuando estábamos más crecidas, en vez de ser para dos era para seis.

Pasó el tiempo, a fines de los 80´s nos mudamos a Santiago, pero hacíamos la humorada de ir, de vez en cuando, y ya era mesa con padres, hijos y pololos, por lo que ya íbamos en una mesa para 10.

Recuerdo haber ido antes de casarnos, con mi actual marido, era una historia que le quería contar, un clásico de Viña.

Al entrar al San Marco, estaba este pequeño comedor privado a mano izquierda, donde todos pasaban a saludar a  ambos socios.  “Hola Campeona!” me decía con acento italiano, lo de campeona era por uno que otro palmarés deportivo que tuve en mi juventud, y venían a saludar.

A principios del 2000, ya trabajando en la industria del vino, tuve la oportunidad de ir a hacer un par de maridajes a clientes al restaurante, y ahí estaba Edoardo, esperando saber cómo había resultado todo, hasta apagar la última luz.

Siempre mantenía ciertos garzones emblemáticos, el servicio siempre profesional de alto standard.  Le costaba modernizarse en algunos platos, pero lo intentaba.  Ambos decían, “por más que pongamos  platos nuevos en la carta, la gente viene y pide los mismos siete platos de siempre, y luego vienen los hijos y piden los mismos platos que sus padres…entonces que le voy a hacer!!!”  Y si lo pensamos más de 60años, sabían perfecto su negocio…su único vecino que le hizo peso fue Chez Gerald.

Años después, a mediados del 2000, caminando con mi marido y con nuestros dos hijos, por la Avda. San Martin, los vi a ambos en la puerta conversando.  Mi Mamá había fallecido hace unos pocos años, y ambos me abrazaron con mucho cariño y me contaron un par de anécdotas de ella.  Nos reímos un rato.

Un par de veces, antes del 2010, cuando mi Papá enviudó y se fue a vivir a  Viña, almorcé con él, en el San Marco.  Yo iba por trabajo y aprovechaba de escaparme con él un ratito.  Hablábamos tonteras y cosas profundas, y ahí estaban ambos.  Mesa para dos.

Eso fue hace casi 15 años, y lo recuerdo como ayer.  Edoardo partió el 2013, mi Padre el año siguiente, y no fui más.

Debiera volver, asique ya me voy a escapar.  Quería hacerle este pequeño y sincero homenaje a un lugar que de alguna u otra manera siempre estuvo en el paisaje de mi historia familiar.  Cuantas historias deben haber guardadas pasando ese toldo de la entrada.

Buen fin de semana,

Niki

 

pd. Y ya que estamos hablando de buena mesa te dejo el link para que revises los accesorios y cristales